jueves, 23 de julio de 2009

LA LEYENDA DE LA LLORONA, HISTORIA EN COPLAS

¡Hola amigos!

El texto que sigue a continuación lo elaboré a petición de unos amigos, espero que sirva a quien quiera utilizarlo de acuerdo con lo mínimo en el uso de materiales ajenos: dar el crédito al autor.

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De las leyendas de América
La llorona es especial
Y su historia en estas coplas
Es la que quiero contar.
 
Desde antes de la conquista
En las noches la sentían,
Cual fantasma prediciendo
Que los hispanos venían.
 
Que a su México nativo
Nadie ya lo salvaría,
“Hay mis hijos, hay mis hijos,
Dónde yo los guardaría”
 
Y dicen los eruditos
Es la diosa Cihuacóalt,
Que con sus gritos pregona,
La conquista más brutal.
 
Ya después de la matanza,
Por que eso fue la conquista,
La leyenda se transforma,
Hay nuevo protagonista.
 
Ésta es doña Marina,
Quien dice a los españoles,
Quiénes son y dónde están,
Sus aguerridos señores.
 
Consumada su traición,
Muere y de tanto en tanto,
La escuchan los mexicanos,
En las noches cual espanto.
 
“Hay mis hijos, hay mis hijos”
Es su grito lastimero,
“qué les hice, que les hice,
Dónde están, dónde se fueron”.
 
Y la siguen escuchando
En pueblos y caseríos,
Vaga y vaga por las calles,
Se desvanece en los ríos.
En Guatemala se tiene
Por leyenda nacional,
Y tiene muchos motivos
Su figura fantasmal.
 
Que es la novia enamorada
Que a casarse no alcanzó,
Pues antes del matrimonio
La parca se la llevó.
 
Que penando vaga y vaga
Y no ha podido encontrar,
Al infeliz prometido,
Para su amor entregar.
 
O que fue una joven viuda
Que sus hijitos ahogó,
No pudiendo alimentarlos
Esta decisión tomó.
 
Que es un esposa muerta
Amantísima y leal,
En busca de su marido
Que un beso le quiere dar.
 
O que es una desdichada
Que un mal marido eligió,
Pues tenía el mal de los celos
Y por celos la mató.
 
Que fue madre irresponsable,
Y a su hijito descuidó,
el pobre llegó hasta el río
Y allí en sus aguas se ahogó.
En Colombia y en Antioquia
De forma muy especial,
Por caminos y veredas
Escuchan su sollozar.
 
Se le aparece al Donjuán,
Que siempre está conquistando,
O al hombre irresponsable
Que se la pasa tomando.
 
Que es mujer muy elegante,
De curvilínea figura,
Pero que un extraño velo
No deja ver su hermosura.
 
Y los pocos que la ven,
Después de haberla seguido,
Dicen que se evaporó
Cual espíritu en el rio.
 
Pero en todas las versiones,
Siempre es blanco su vestido,
Y el velo sobre su cara
De similar colorido.
 
En otros departamento,
De mi Colombia querida,
Se la considera parte,
De nuestra mitología.
En los nuevos inventarios
De las leyendas urbanas,
Dicen que anda por las calles
Como mujer casquivana.
 
Que fue una vil traicionera,
Que a su marido engañó,
Que éste la pilló con otro
Y ahí mismito la mató.
 
Que a los borrachos les sale
Y muchas vueltas les da,
Y cuando despiertan dicen
No saber en dónde están.
Dicen también que una chica
Que su retoño abortó,
Entre terribles dolores
En la mesa se murió.
 
Hoy se aparece en las calles,
Arrepentida y doliente,
“hay dónde estará mi hijito”
Preguntándole a la gente.
 
Espero que con mis coplas
La leyenda clara quede,
Y, oigan, en el Caquetá
También se nos aparece.
 
Esta historia terminó,
Recuerden quién se las dijo,
Y no teman cuando escuchen:
“Hay mis hijos, hay mis hijos”
Fernando Bedoya Londoño
Julio 21 de 2009

viernes, 10 de julio de 2009

Reflexiones

Ayer, 9 de julio en horas de la tarde, estaba con mi esposa en uno de los pocos almacenes de cadena que hay en Florencia, haciendo algunas compras y al final, cuando nos acercábamos a la caja para pagar, me encontré con Sergio-un amigo de la universidad de la Amazonia-a quien no veía hacía mucho tiempo. Al vernos me saludó y expresó la consabida pregunta: ¿qué me cuenta? y le respondí con cierta malicia, para que lo escucharan todos aquellos que estaban cerca, que tenía mucho para contar pero que la gente no creía; que ese señor era muy bueno, muy honesto; que tenía unos hijitos muy sagaces para los negocios, pues habían hecho cursos de emprendimiento en el SENA. Y todo fue risa con Sergio pero la gente que estaba a nuestro alrededor no se rió, se puso seria. Nos despedimos y salí pensando en esta actitud. Sería que entendieron el sarcasmo y se enojaron porque aún no creen en todo lo que está pasando en nuestro país? O sería que no entendieron y creyeron que yo estaba hablando en serio y se enojaron?

A mis lectores-sean partidarios o no del Señor Uribe- les dejo de tarea la reflexión sobre los que sucede en nuestro país. A los primeros que piensen qué necesitan para sacarse esa venda de los ojos que no los deja ver la realidad colombiana y a los segundos, qué estrategia se podría implementar para que la verdad triunfe, en medio de la confusión creada por los medios de "información" y no surtan efecto las cortinas de humo lanzadas para proteger a los malos de la película.

Suerte con la reflexión.

Fernando Bedoya Londoño
10-07-2009