viernes, 13 de febrero de 2009

Nos tiraron el guante





No ha pasado mucho tiempo desde el consejo comunal realizado en nuestra ciudad capital y aún resuenan las palabras de la Señora Ministra de Educación, malintencionadamente objetivas pero no por eso carentes de alguna certeza y ante las cuales se levantaron voces de protesta desde una perspectiva muy juiciosa y concreta unas y otras desde la vieja óptica contestataria per se. Pero ¿qué dijo nuestra flamante Ministra? Pues dijo, palabras más palabras menos, que la nómina de docentes del Caquetá era la más costosa del país,- no por la cantidad sino por el gran número de éstos en las categorías 11, 12, 13 y 14, a las cuales se accedía fácilmente en cuanto al cómputo doble del tiempo de servicio y estudios de pregrado las tres primeras y a estudios de postgrado- especializaciones principalmente- la última-, y la que menos resultados, en cuanto a la calidad de la educación, mostraba.

Y ¿cómo se respondió? Algunos maestros muy juiciosos y como debe esperarse de todo docente, hicieron análisis en los que se tuvieron en cuenta todas las variantes que interactúan en el proceso educativo (así dicen ahora) como la infraestructura, la logística, lo social y demás, de tal forma que dieron una respuesta contundente,- aunque ya sabemos que ante los objetivos del gobierno nacional por acabar la educación pública esto no vale- que no halló eco en los medios de información, a pesar de la importancia que tenía en su momento ya que confrontaba las políticas gubernamentales en lo relacionado con la inversión social. Personalmente aplaudo la ecuanimidad y el buen juicio de estos maestros y va para ellos mi sincera felicitación.

Otros, pensando en no sé que, respondieron que el gobierno no los había capacitado. Que los costos de sus licenciaturas, especializaciones y otros, los habían asumido con sus propios recursos, conseguidos por medio de créditos u otros negocios y que no eran justas las pretensiones del gobierno, en cabeza de la Señora Ministra. Ante esta respuesta, que cualquier persona desprevenida que conozca un poco el sistema de ascensos puede cuestionar, caben algunas preguntas. Por ejemplo; ¿Pudieron ascender estos maestros con los estudios realizados? ¿De este ascenso se derivó algún incremento salarial? ¿Dicho incremento permite, así sea en uno o dos años, recuperar la inversión? ¿La principal motivación que se tuvo para licenciarse o especializarse fue la preparación académica? ¿Se aprendió algo en esos estudios? ¿El proceso de cualificación al que nos sometimos, modificó nuestra forma de pensar o la única diferencia notable es el nuevo salario o el cartón en nuestra sala? Porque lo cierto es que hubo una feria de licenciaturas y especializaciones en las que se trabajaba en grupo o se mandaban a hacer los trabajos ( hice algunos apremiado por lo económico) o, simplemente, después de organizar las actividades, muchos se iban y volvían a la hora de salir, como también –al igual que le criticamos a nuestros estudiantes- había quienes conseguían el papel o compraban la merienda.

Ante los hechos y a pesar de lo duro de las nuevas condiciones de trabajo, ¿recogemos el guante o hacemos de cuenta que no era con nosotros? O decimos como el pueblo: a palabras necias, oídos sordos.

Fernando Bedoya Londoño.
Docente Inst. Educ. San Francisco de Asís ( S C )

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